viernes, 23 de noviembre de 2007

Otro lamento, vaya día

Bueno, sin más dilación, será extendido mi acordeón. Hoy quiero contaros como me siento ante la mirada de mayores y pequeños, trabajadores esclavos de su soledad, etc... Historias melancólicos propias de un iluso soñador:


Salgo de mi escondite y camino en busca de sorpresas. A partir de este momento se agolpan ante mi todo tipo de situaciones emotivas, fundamentalmente extrañas y tristes:

Un anciano se encuentra agonizando hacia arriba y encorvado por la extensa Gran Vía. Portea en carrito a su nieta, que clama con la mirada por un voluntario que sustituya esfuerzos, el aliento peregrina descalzo.

Ya llegué a Castrelos, el bosque de mis sueños, ¿qué contemplan mis pupilas? Cómo se que se electrifique la estratosfera. Cable colgado campo a través, árboles erguidos sosteniéndolo. Mas son tres encantadores de serpiente quienes deciden su suerte. Nos alumbrarán sin consultar a los seres del campo. Son unos desconsiderados. Navidades humanas, perrunas o sólo calambrazos.

Cuánto bípedo intrépido, corre que te corre, canas de hombre atlético frente a frente las hojas silvestres que se deshacen al verle. Teatro de vacíos y él continúa su desafío gimnástico, mientras su intrépido compañero hace acopio de boina marinera y vomita coces al aire somnoliente...

De camino a mi refugio más novedades:
En un parque infantil alguien juega caprichoso con la porra de su padre. Es pequeño, tierno, pero desafía a todos martilleando losas de piedra sobre cemento.
Que termine esta locura... Pues negativo, ahora le toca el turno al dúo vibrático. Padre e hijo de la mano brincando bote a bote recorren el trecho empinado que comunica tráfico humano con el portal de su casa...

Ya es suficiente, basta, volvamos a los años dorados de mi infancia. Desnúdese el cielo y regresen las avionetas:

Cachivaches de moda salpicaban ilusiones en jóvenes inquietos, paracaidistas diminutos, medusas acrobáticas en el aire. Eran, por supuesto, jornadas de verano: superhéroes contra pulgas de playa y sorpresas publicitarias, familias en relax levantando parques de atracciones, colchonetas por la igualdad del descanso... Oh, sí, todos liados y yo enredando para mis adentros, coleccionaba gamas de colores de telas, sobrillas, alfombras voladoras, garrafas de agua fresca....

Aunque ahora tengo que abrir los ojos, me ahumo, alzaba entonces pezuñas al viento, soy vulnerable, en este preciso momento a la tristeza del mundo entero.

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